Senior talent: key driver of social and economic transformation
“La experiencia es un grado” es una expresión que las personas de mi generación tenemos muy interiorizada. La acumulación de vivencias facilita una evaluación acertada de situaciones, de lo que funciona y de cómo hacer que funcione. El término “algoritmo”, tan popular actualmente, sería el equivalente a “experiencia” en lenguaje tecnológico. Los algoritmos identifican patrones y plantean acciones a partir del análisis de grandes cantidades de datos de diversas tipologías y fuentes. Tanto la experiencia sénior como los algoritmos enriquecen la toma de decisiones de personas y organizaciones. Sin embargo, mientras el recurso a la inteligencia artificial es cada vez más habitual, la situación laboral de la comunidad sénior es crecientemente precaria: el número de personas sin empleo en España con edad superior a los 50 años roza el millón y ha aumentado un 19% en los últimos 3 años. La realidad es que, a medida que cumplimos años, nuestra resiliencia laboral se va deteriorando al estar condicionada por decisiones y situaciones que nos trascienden y que en muchas ocasiones no están ligadas a nuestra capacidad y desempeño. La dificultad del colectivo sénior para desarrollar una vida laboral plena es un reto social y económico de primera magnitud. La necesidad de un cambio de sistema La raíz del problema no está en el valor que se da a la experiencia en sí misma, sino en que parte de los beneficios de invertir en talento sénior son intangibles, difícilmente medibles en el corto plazo. Por tanto, valorarlo y promoverlo requiere creer en ello, una nueva mentalidad, un cambio de sistema. Una forma de ilustrar la magnitud del cambio necesario es visualizar prácticas que serían habituales en una sociedad impulsora del talento sénior y que actualmente resultan minoritarias. Algunos ejemplos serían los siguientes: La esencial contribución de la comunidad sénior Soy optimista sobre la factibilidad de esta imprescindible transformación. Siendo fundamental el desarrollo de nuevos marcos institucionales, para los que hay iniciativas muy válidas en curso, no tengo duda de que el desencadenante será el compromiso y la implicación de los propios seniors. Destaco cuatro frentes en los que, en mi opinión, podemos sumar y marcar la diferencia:
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