Información no financiera, índices ESG… Son muchos y crecientes los requerimientos a empresas e inversores para que alineen su actividad con los principios de la Sostenibilidad. Su contribución es crucial para dejar un mundo mejor a las siguientes generaciones, pero hay otro agente indispensable para conseguirlo: la sociedad civil.
Si extrapoláramos a la sociedad civil el marco ESG aplicable a empresas e inversores, encontraríamos criterios como los siguientes:
Medioambiente
- Consumir productos y servicios genuinamente descarbonizadores
- Cuidar nuestro entorno, tanto el natural como el que no lo es
- Mantener los recursos en circulación todo lo posible
Social
- Tratar con consideración a todas las personas, sin excepción
- Combinar igualdad de oportunidades y reconocimiento al esfuerzo
- Promover la diversidad y aprender con ella
Gobernanza
- Contar con información objetiva y completa para construir criterio
- Participar en las decisiones que nos definen como sociedad
- Conectar falta de integridad y consecuencias
Si lleváramos a cabo una “due diligence cívica” para evaluar el grado de cumplimiento de estos criterios, pienso que encontraríamos más de una bandera roja.
Es cierto que necesitamos un paraguas normativo y financiero para avanzar en todos estos aspectos. Pero también lo es que no hay palanca de transformación más poderosa que nuestro comportamiento individual, nuestros gestos cotidianos. Necesitamos generar un fuerte impulso de abajo a arriba, recobrar el protagonismo ciudadano y de lo Cívico con mayúscula. La buena noticia es que, siendo así, dependemos de nosotros mismos.