Movidas por la relación entre un enfoque genuinamente sostenible del negocio y la creación de valor financiero, las empresas desarrollan contenidos relativos a la sostenibilidad en sus informes y materiales de comunicación. Ejemplos de estos contenidos son sus políticas medioambientales, sociales y de gobernanza y su impacto en los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Sin embargo, cuando leo esta narrativa de sostenibilidad corporativa, a menudo tengo la impresión de que está desconectada de la estrategia de la empresa. ¿Por qué? Pienso que una integración perfecta de estrategia y sostenibilidad es la culminación de un proceso de «descubrimiento», en el que la mayoría de las empresas están inmersas en este momento.
El descubrimiento de la sostenibilidad suele comenzar con la adopción de una política de Responsabilidad Social Corporativa. La RSC se acuñó formalmente en la década de 1950 y ha sido decisiva para potenciar la creación de valor de las empresas. Los recursos y ecosistemas de la RSC han impulsado la sensibilidad sobre el reto de la sostenibilidad, han financiado valiosas iniciativas cívicas y medioambientales y han canalizado el interés de muchos agentes en contribuir a la sociedad. Sin embargo, un enfoque tradicional de RSC parece insuficiente para liberar el potencial de la sostenibilidad como catalizador de valor para las empresas.
Muchas empresas, inspiradas por las demandas de la sociedad y las iniciativas institucionales globales, están yendo más allá de la RSC, incluyendo «ingredientes de sostenibilidad» en sus estrategias. Están aprovechando nuevas oportunidades respetuosas con el medioambiente para acelerar su crecimiento o mejorar su eficiencia. Ejemplos de ello son el desarrollo de negocios de energías renovables o la adopción de marcos de economía circular. Es un avance muy positivo, pero no es la etapa final del camino.
El reto final es desarrollar y poner en práctica «modelos empresariales totales», en los que la contribución a la sostenibilidad esté tan integrada en las operaciones que no sea posible separar una cosa de la otra. A mayor actividad empresarial, mayor impacto positivo. Los agentes involucrados en los modelos empresariales totales tienen plena trazabilidad de su impacto en la sociedad, por lejos que estén de la ejecución. La sensación de llevar a cabo un trabajo directamente conectado a un propósito vital es imbatible. Yo he tenido el privilegio de experimentarla.
Como ocurrió con muchas otras tendencias empresariales, la pandemia del covid-19 aceleró la adopción de modelos empresariales totales. Muchas empresas, como los proveedores de servicios urbanos, tomaron conciencia del impacto social intrínseco de su actividad principal. Otras empresas, como los fabricantes que reorientaron temporalmente su actividad para suministrar equipos sanitarios, tienen ahora una idea de cómo se ve y se siente un enfoque total de la sostenibilidad.
Hay muy pocos ejemplos de empresas consolidadas con modelos de negocio totales. ¿Por qué? Sustituir los paradigmas tradicionales requiere un enfoque transformador y palancas poco convencionales:
- Liderazgo visionario, orientado a objetivos y resiliente. Los enfoques totales se enfrentan a una enorme oposición y a retos regulatorios.
- Nuevos modelos de negocio desarrollados en colaboración con los agentes involucrados. La sociedad civil desempeña aquí un papel clave.
- Hojas de ruta de implantación modulares (frente a caminos únicos) articuladas mediante la innovación colaborativa.
- Estrategia y capacidades de sostenibilidad transversales que enriquecen las operaciones y la cultura.
La sostenibilidad es una oportunidad única para combinar ventaja competitiva y mejora del bienestar social. Los agentes empresariales, los inversores y la sociedad están dispuestos a apoyar esta convergencia transformadora. No puedo pensar en una mejor aspiración para una empresa.