Iñigo Jodra

Sostenibilidad rentable: factible y necesaria

Sostenibilidad rentable: factible y necesaria. La Sostenibilidad con mayúscula no progresará en el mundo sin una implicación profunda y genuina de las empresas, que impulsarán actuaciones medioambiental y socialmente transformadoras cuando también les aporten crecimiento rentable. El reto es, por tanto, poner en práctica modelos de negocio que combinen sostenibilidad y valor financiero. La transición hacia el cero neto abre grandes oportunidades en este sentido para las empresas con visión y compromiso. Por ejemplo: Participar en los nuevos negocios y cadenas de valor derivados del creciente valor económico de los residuos. Diseñar productos y servicios centrados en apoyar la descarbonización de los clientes. Integrar en el negocio ecosistemas que conectan clientes y proyectos sociales con beneficio para todas las partes. Estos nuevos modelos de negocio no suelen provenir de ideas geniales. Los inspira la sociedad desde sus distintas perspectivas: colaboradores, clientes, proveedores, socios… La clave es canalizar eficazmente toda esta inteligencia colectiva. Se abre una interesante etapa para las funciones de innovación de las empresas, siempre que trabajen colaborativamente. El sentir ciudadano y el desarrollo regulatorio soplan a favor de una nueva era empresarial. Si no aprovechamos este momentum, la brecha entre empresa y sociedad aumentará y la Sostenibilidad se unirá a la lista de conceptos abstractos y devaluados.

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Evitar el «impactwashing»

De la misma forma que el greenwashing amenaza a la reputación empresarial, el riesgo de impactwashing acecha a las firmas de capital privado que están dedicando recursos a la “inversión de impacto”. Este concepto necesita concretarse de forma contundente para no poner en riesgo su credibilidad y rol de acelerador de la sostenibilidad. Una definición comúnmente aceptada de inversión de impacto hace referencia a aquella que “intencionalmente busca un impacto social o medioambiental medible, además de un retorno financiero”. Menciona las tres dimensiones, aunque en ella cabe tanto la mejora incremental, asociada a prácticas ESG, como el Impacto con mayúscula, el que cambia el sistema. La inversión de Impacto en sentido estricto tiene requisitos propios y exigentes. Por ejemplo: Acometer de forma genuina y exitosa la inversión de Impacto requiere mucho más que una narrativa específica. Por ejemplo: Invertir en Impacto es una oportunidad para los inversores comprometidos, capaces y atrevidos; un riesgo para el resto.

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Sostenibilidad: aprendizajes de Estrategia e Innovación

Enfocar adecuadamente la estrategia y la innovación es fundamental para la competitividad de cualquier empresa. Esta afirmación tan obvia se hizo especialmente evidente hace dos décadas, con la aparición de modelos de negocio transformadores propiciados por la tecnología, los datos y la capacitación de los clientes. Desde entonces, la mayoría de las empresas han desarrollado capacidades internas de estrategia e innovación. La internalización de las funciones de Estrategia e Innovación fue especialmente intensa en las décadas de 2000 y 2010 respectivamente. Ambas funciones gozan ahora de una buena visibilidad organizativa en la mayoría de las grandes organizaciones, aunque su contribución a los resultados financieros y ESG varía entre empresas. En algunos casos, estas áreas aportan inteligencia diferencial e impulsan el cambio, mientras que en otros actúan como meros consolidadoras de información y están desconectadas de la dinámica empresarial. Por lo tanto, la forma en que se han diseñado y puesto en práctica estas funciones está vinculada a su impacto en el valor. A lo largo de la década de 2020, las empresas abordarán la internalización de la función de Sostenibilidad. Una mejora material en la descarbonización y el bienestar de la sociedad solo será posible si los modelos de negocio mejoran radicalmente sus resultados en materia de sostenibilidad. Esta transición puede ser mucho más eficaz si se apoya en los aprendizajes de la puesta en práctica de capacidades internas de estrategia e innovación. En el caso de la sostenibilidad, muchas empresas están pasando de una fase de Concienciación a otra de Gestión. Es necesario transitar por estas primeras etapas para asegurar que toda la organización entiende, vive e integra el factor sostenibilidad en su actividad diaria. El objetivo es entrar en la última etapa de Integración en el menor tiempo posible. La experiencia de Estrategia e Innovación dice que algunas palancas son especialmente eficaces para lograr este objetivo: Posicionamiento de la sostenibilidad como imperativo estratégico por parte del Consejo de Administración, del CEO y de la alta dirección. Una narrativa clara de lo que significa la sostenibilidad para la empresa, articulada a través de líneas de actuación transformadoras y tangibles para abordar distintas prioridades en paralelo. Si las agentes de la empresa perciben las iniciativas de sostenibilidad como «greenwashing», la pérdida de credibilidad y compromiso impedirá un avance significativo durante un periodo largo de tiempo. Funcionamiento como red organizativa, integrando a perfiles técnicos y de negocio y centrando los recursos centrales en las responsabilidades en las que realmente son diferenciales, como la asignación de capital y la gestión del ecosistema. Diagnóstico y planes multianuales para evolucionar hacia hojas de ruta dinámicas imbricadas en los objetivos estratégicos de la empresa. Herramientas para medir la contribución financiera y ESG de las iniciativas vinculadas a la sostenibilidad. Una vez tomada la decisión de internalizar la función de Sostenibilidad, su diseño y velocidad de implantación serán una fuente de ventaja competitiva. No existe una solución única para ello; cada empresa debe configurar su camino en función de su ambición, modelo organizativo, cultura y experiencias previas de internalización. Las empresas que logren integrar eficazmente estrategia, innovación, sostenibilidad y operaciones serán imbatibles.

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Escalando la Pirámide ESG

A menudo utilizo la analogía de la pirámide de Maslow, en un contexto empresarial, para ilustrar la necesidad de unos cimientos sólidos para lograr la transformación. En pocas palabras, Maslow estableció una jerarquía de necesidades (por ejemplo, fisiológicas, de seguridad, de pertenencia) que los individuos deben satisfacer para alcanzar un objetivo último: la autorrealización. En la cúspide de la «Pirámide ESG» de las empresas se encuentran los «modelos de negocio totales», que combinan beneficio financiero y social. Alcanzar esta última etapa significa responder «sí» a la pregunta: «¿Sería el mundo un lugar peor si mi empresa dejara de existir?». La gestión de las emisiones es la base de la Pirámide ESG. Las empresas están superando retos metodológicos y de datos para calcular sus emisiones y definir objetivos de reducción y planes de acción. Esto, unido al dinamismo del mercado de carbono, está acelerando la integración del factor emisiones en los sistemas operativos y las prioridades de las empresas. Esta sistematización es una muy buena noticia; facilita la dedicación de recursos para la acción climática y potencia la implicación de los agentes internos y externos en el camino hacia la sostenibilidad empresarial. Sin embargo, el hecho de que las empresas se centren exclusivamente en el corto plazo en la gestión de sus emisiones, sin trabajar paralelamente en la integración de la sostenibilidad en la estrategia, podría tener un importante coste de oportunidad. El desarrollo de modelos de negocio totales requiere experimentación colaborativa y tiempo de maduración. Una forma eficaz de abordar este reto es poner en marcha un programa de líneas de actuación estratégicas, como las siguientes: Verbalizar y reforzar el impacto social positivo del negocio actual. Buscar inspiración en las startups descarbonizadoras y en los emprendedores sociales. Desarrollar y probar iniciativas alineadas con la economía circular. Explorar la entrada en sectores adyacentes en fase de transformación. Potenciar las políticas de talento y bienestar que ubican a las personas en el centro. Los modelos de negocio totales no surgen de un día para otro. Al igual que en el caso de la innovación, avanzar en sostenibilidad requiere trabajar simultáneamente en distintas prioridades horizontes temporales. El reto es escalar la Pirámide ESG lo más rápido posible, sin comprometer la solidez de sus cimientos.

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Desarrollo de negocio y talento sénior

Desarrollo de negocio y talento senior maridan muy bien. Observo un creciente número de oportunidades laborales en posiciones de desarrollo de negocio, en muchos casos de nueva creación. La función de Desarrollo de Negocio es una evolución natural de la estrictamente Comercial y responde a la demanda de clientes y usuarios de soluciones de alto valor en las que estén involucrados. Por tanto, un crecimiento significativo del negocio de empresas y startups requiere, además de capacidades comerciales tradicionales, otras adicionales como por ejemplo planificación estratégica, visión organizativa e innovación colaborativa. La calidad de estos nuevos ingredientes está muy ligada al aprendizaje derivado de la experiencia. A mayor número, intensidad y diversidad de vivencias contempladas en la toma de decisiones, mayor y más temprano impacto en el negocio. Esto hace del Desarrollo de Negocio un espacio natural de gestión para el talento sénior. Es cuestión de tiempo que los requerimientos para acceder a oportunidades laborales se basen en la capacidad de aportar y combinar creativamente ingredientes y no de replicar una misma receta. Este cambio de mentalidad abrirá muchas puertas profesionales a los seniors y potenciará la “S” de las prácticas ESG de las compañías.

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Startups y diversidad generacional: reto y oportunidad

Desde mi perspectiva de profesional sénior me llama mucho la atención el reducido número de seniors que hay en los equipos de gestión de las startups. El talento senior complementa al de las generaciones jóvenes en edad, no compite con él. Los seniors conjugamos bien verbos como planificar, priorizar y colaborar, determinantes para optimizar el ciclo hipótesis-prueba-aprendizaje de las iniciativas innovadoras con alto crecimiento. Sin embargo, la percepción de que el colectivo sénior tiene una limitada capacidad de adaptación a “entornos dinámicos” puede estar frenando injustamente la involucración de seniors en los proyectos de emprendimiento. Pienso que hay pocos ejercicios más flexibles y dinámicos que la evaluación por parte de un sénior de distintas líneas de actuación estratégicas u operativas en base a su experiencia y vivencias. Una mayor diversidad generacional en los equipos de gestión de las startups multiplicaría su impacto económico y social, habilitando al mismo tiempo oportunidades laborales naturales y atractivas para los profesionales sénior. El ejemplo de los emprendedores e inversores adelantados a su tiempo acelerará este cambio.

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El papel fundamental del CEO para erradicar el edadismo

Hay una clara relación causa-efecto entre la discriminación por edad o edadismo y el hecho de que más de 850.000 personas con edad superior a 50 años estén desempleadas en España. Resolver este enorme problema requiere un cambio de sistema, para el que la involucración de los CEO de las empresas resulta fundamental. Podemos visualizar la magnitud del cambio necesario si comparamos las prácticas empresariales tradicionales con otras alineadas con la diversidad generacional, como por ejemplo: Esta transformación es tan profunda que requiere alterar el ADN de las empresas, algo que solo está al alcance de los CEO, que determinan el marco de gestión y cultural en sus organizaciones. La realidad actual hace evidente que no son mayoría los directivos que practican activamente la diversidad generacional como pilar de la Sostenibilidad de la empresa y la sociedad. Oímos a menudo que las personas son el activo principal de la empresa; de forma recíproca, estos gestores singulares consiguen además que las personas sientan que la empresa contribuye decisivamente a su desarrollo vital y su felicidad. No hay propósito empresarial más formidable. Es el momento de pasar del diagnóstico a acciones sistémicas y tangibles para erradicar el edadismo. Hacer visible y reconocer públicamente la labor y el ejemplo de los CEO pioneros en diversidad generacional puede ser una de ellas.

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Asesoramiento experto y resiliencia laboral

Mi propia vivencia me ha llevado a descubrir una causa con la que estoy totalmente comprometido: la Resiliencia Laboral, la capacidad de decidir en qué, dónde y cuándo trabajar, de mantener en todo momento las riendas de nuestra carrera laboral. Quiero contribuir a que todos podamos ejercer este derecho. Siendo consciente de que afrontar este reto requiere avanzar en distintas líneas de actuación, en este caso me centro en una: impulsar el asesoramiento experto como oportunidad laboral para el colectivo sénior. Entiendo el asesoramiento experto como una profesión en la que: La realidad es que la colaboración con expertos independientes es una práctica poco habitual en el ámbito empresarial español, a pesar del atractivo retorno de la inversión. Una segunda opinión experta puede ser decisiva para decisiones que valen cientos de miles o millones de euros, por ejemplo identificando mejoras en un plan de negocio o cuestionando el realismo de una estrategia de crecimiento. ¿Qué podemos hacer? Salvando aquellos gestores que “no saben que no saben” y que por definición no quieren otras perspectivas, la implicación de todo el ecosistema laboral puede romper la inercia y acelerar el desarrollo del asesoramiento experto en España: Todas las partes ganamos con el crecimiento del asesoramiento experto de calidad, que tiene el impacto positivo de las actuaciones que aumentan la Resiliencia Laboral: mayor riqueza económica y menor desempleo sénior. Sostenibilidad en estado puro.

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Descarbonización y competitividad: el caso del sector energético

El sector energético, emisor de un tercio de los gases de efecto invernadero, ha sido pionero en el camino hacia la descarbonización. Como en cualquier disrupción estratégica, no todas las empresas energéticas están afrontando esta transición con igual éxito. Observo tres tipos de empresas en base a su anticipación y la transformación de su modelo de negocio: Ganadoras. Un buen ejemplo es la energética danesa Ørsted, que hace más de 10 años inició el abandono de los combustibles fósiles para ser actualmente una referencia mundial en energías renovables. Ørsted tiene el objetivo de alcanzar cero emisiones netas (alcances 1 y 2) en 2025. Su capitalización bursátil se ha triplicado en los últimos 5 años. Aspirantes. No son las primeras, pero pueden llegar a tiempo si aciertan en la puesta en práctica de nuevas líneas de negocio bajas en carbono combinando innovación, alianzas e inversión en proyectos transformadores. Rezagadas. Pueden estar llegando tarde. Intentan encajar iniciativas descarbonizadoras dentro de los límites de su actividad. La tardanza tiene un coste: invertir asumiendo precios poco atractivos. Las empresas del resto de sectores tienen la oportunidad de incorporar la experiencia y los aprendizajes de las energéticas para su propia transición hacia la descarbonización. Las estrategias de las empresas de sectores en redefinición como el agroalimentario, el medioambiental o el transporte están determinando quiénes serán Ganadoras, Aspirantes o Rezagadas en un futuro próximo. Más allá de los numerosos rankings ESG, lo que en esencia define a una empresa Ganadora es su compromiso con el objetivo de cero emisiones netas y un nuevo modelo de negocio para conseguirlo. Aquí es donde confluyen Sostenibilidad y Estrategia.

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Capital privado: palanca clave de la Sostenibilidad

Poco se habla del papel fundamental que puede jugar el Private Equity en la mitigación del cambio climático. Algunas operaciones del sector están impulsando, por ejemplo, el hidrógeno verde o la economía circular en España, pero hasta el momento el protagonismo lo están teniendo las administraciones, las corporaciones y los inversores en tecnologías descarbonizadoras. En un contexto estratégico-empresarial en el que parecía que casi todo estaba inventado y el valor financiero estaba ligado a planes de negocio incrementales, ha aparecido la Sostenibilidad como un diferenciador disruptivo. Prácticamente todos los sectores están afrontando una profunda transformación. Un campo de juego ideal para el Private Equity. Sin embargo, como ocurre en el caso de las empresas, no todas las firmas de Private Equity están abiertas o preparadas para: Entender la Sostenibilidad en clave estratégica y no como un requisito normativo o una actualización de la RSC tradicional: una oportunidad para crecer simultáneamente en valor financiero e impacto positivo medioambiental y social. Liderar la redefinición de sectores, cadenas de valor y modelos de negocio requerida por la descarbonización, yendo mucho más allá de recetas tradicionales como optimizaciones operativas y consolidaciones sectoriales. Actualizar las premisas sobre las que se tomaron decisiones de inversión hace 3-5 años, cuando la descarbonización se asociaba principalmente al sector energético. Aprovechar la oportunidad que supone integrar la Sostenibilidad en la estrategia implica una evolución de las prácticas de gestión del sector: Incluir en las due diligence una evaluación a) del modelo de negocio en base a los nuevos requerimientos competitivos y de acción climática, y b) de escenarios integrales de crecimiento rentable, reducción de emisiones y mejora de la sociedad. Revisar los planes de negocio de las empresas de la cartera en clave de Sostenibilidad. Habrá más oportunidades que riesgos para los que lo hagan primero. Incorporar conocimiento experto y transversal, con ascendente sobre la estrategia de cartera y de las empresas. La ruta hacia las cero emisiones netas no podrá completarse en 2050 sin la involucración inversora y dinamizadora del Private Equity. Eso sí, no todas las firmas van a tener éxito en este nuevo escenario. La Sostenibilidad no espera.

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