En comparación con otros sectores, la gestión de residuos (recogida, tratamiento, valorización y eliminación) ha sido considerada un «patito feo» por clientes, inversores e incluso ciudadanos. ¿Por qué? Históricamente, los residuos se han percibido como un problema que debe resolverse con el menor coste posible. Además, las cuestionables prácticas de gestión de algunos operadores han dañado la reputación del sector.
Sin embargo, el foco actual de gobiernos, empresas y la sociedad en la acción climática y la economía circular está convirtiendo a este patito en un hermoso cisne. Los servicios medioambientales (el término gestión de residuos se queda corto para describir esta actividad en el nuevo contexto) son parte de la solución y un pilar clave de una economía y una sociedad más sostenibles.
El primer signo visible de este cambio de percepción se produjo durante los momentos más difíciles de la pandemia de covid-19. La prestación de servicios medioambientales se mantuvo plenamente operativa y demostró ser esencial para el bienestar social. Esto, a su vez, mejoró el vínculo emocional de los ciudadanos con esta actividad.
La transición hacia una economía circular está acelerando la transformación del sector medioambiental, que puede aprovechar su experiencia y capacidad para desarrollar nuevas oportunidades de negocio en colaboración con otros agentes. A modo de ejemplo, los tres principios de la economía circular de la Fundación Ellen MacArthur (eliminar los residuos y la contaminación, mantener los productos y materiales en uso y regenerar los sistemas naturales) incluyen muchas actividades que ya están realizando o facilitando, total o parcialmente, los proveedores de servicios medioambientales.
Esta nueva visión del sector está empezando a impulsar importantes transacciones y alianzas. Dos buenos ejemplos de ello son la combinación de Veolia y Suez para convertirse en «la empresa de referencia de la transformación ecológica» y la adquisición de Urbaser por Platinum Equity, «proveedor de servicios esenciales y relevante protector del medioambiente».
Las grandes empresas medioambientales gozan sin duda de una posición favorable para abordar este nuevo contexto. Gestionan el recurso primario, el residuo, mediante acuerdos comerciales con clientes públicos y privados. Además, tienen amplios conocimientos técnicos para desplegar las soluciones técnicas más eficaces en materia de recogida y tratamiento de residuos. Por último, su escala y ubicación de instalaciones facilitan la optimización de sus costes operativos y la inversión en innovación.
Sin embargo, estas empresas no pueden permitirse la autocomplacencia si no quieren convertirse en meros operadores logísticos. En el ámbito de la economía circular también están surgiendo nuevos competidores de otros sectores. Empresas de servicios energéticos, fabricantes de materiales, empresas de bienes de consumo y startups están poniendo en marcha proyectos y tecnologías para producir, por ejemplo, plásticos biodegradables a partir de residuos alimentarios.
Las empresas medioambientales con visión de futuro son conscientes de las implicaciones estratégicas de esta etapa de transformación y están configurando sus modelos empresariales y operativos para convertirse en líderes de la sostenibilidad:
- Optimizando su cartera de negocios, asumiendo un papel activo en la reutilización, el reciclaje y la valorización para mantener una posición de liderazgo a lo largo de la cadena de valor.
- Desarrollando capacidades de innovación para abordar oportunidades de negocio disruptivas en colaboración con el ecosistema de economía circular.
- Asociándose con clientes públicos y privados para ayudarles a alcanzar sus objetivos ESG.
- Captando oportunidades de financiación atractivas vinculadas a iniciativas respetuosas con el medioambiente.
- Potenciando la implicación de los agentes internos y externos, integrando el nuevo escenario en el propósito y el marco de sostenibilidad de la empresa.
La sostenibilidad está transformando muchos sectores, y los servicios medioambientales no son una excepción. Las estrategias lineales ya no son eficaces y, en su lugar, los modelos de negocio que anticipen y mejor se adapten a los retos futuros serán los que marquen la diferencia. El panorama competitivo ya no es estable; habrá ganadores y perdedores. Pocos patitos se convertirán en cisnes.